el santo padre francisco

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viernes, 22 de agosto de 2014

4 de octubre de 2013 - Visita pastoral del Papa Francisco a Asis

Es un itinerario altamente simbólico el realizado por el Papa Francisco en Asís el viernes 4 de octubre, fiesta litúrgica del santo patrono de Italia. Desde el conmovedor encuentro con los niños enfermos y discapacitados, alojados en el Instituto Seráfico, hasta el saludo a los pobres, a los marginados y a los desempleados, en la Sala de la Expoliación, y la celebración de la misa en la plaza central, la primera parte de la visita pastoral fue una continua remisión a las raíces espirituales del pontificado de Jorge Mario Bergoglio. En una jornada que debía ser de fiesta, pero que se transformó en un «día de llanto» tras la tragedia de Lampedusa, el tercer viaje del Papa Francisco en Italia se desarrolló a través de los lugares que marcaron el acontecimiento humano y religioso del santo de Asís. Llegado anticipadamente sobre el horario programado -le acompañaban también los ocho miembros del Consejo de cardenales que se habían reunido esos días en el Vaticano-, el Obispo de Roma quiso enseguida abrazar a los pequeños asistidos en el Seráfico. Y dejando aparte el discurso preparado, pronunció espontáneamente una reflexión sobre las llagas de Cristo, exhortando a los cristianos a reconocer y acoger «la carne de Jesús». Tras una visita privada al santuario de San Damián, el Papa se trasladó al obispado de Asís, donde, en la sala que recuerda el despojamiento de Francisco; habló a los pobres asistidos por Cáritas. Entre ellos desempleados y carentes de hogar fijo, a quienes el Pontífice se dirigió con un nuevo discurso improvisado en el que puso en guardia a la Iglesia del riesgo de la «mundanidad espiritual» que «mata el alma» y «mata a las personas», dijo, recordando también a las víctimas de la terrible tragedia de Lampedusa. Como conclusión de la mañana, el Papa Francisco visitó la iglesia de Santa María la Mayor y después se acercó a la basílica de San Francisco, -donde le acogió también el presidente del Consejo italiano de ministros, Enrico Letta- para orar ante la tumba del Poverello. En la misa en la plaza, llena de fieles, lanzó un fuerte llamamiento por el respeto de la creación y de cada ser humano, invitando a los hombres a ser instrumentos de paz y no de destrucción. Asimismo dirigió «la felicitación a todos los italianos» por la fiesta del patrono, junto a la oración y la esperanza de que «cada uno trabaje por el bien común». «En el nombre de san Francisco, os digo: no tengo oro ni plata que daros, sino algo mucho más precioso, el Evangelio de Jesús. ¡Id con valentía! Sed testigos de la fe con vuestra vida: llevad a Cristo a vuestras casas, anunciadlo entre vuestros amigos, acogedlo y servidlo en los pobres». Es claro el mensaje que dejó el Papa Francisco a los jóvenes de Umbría, y válido para los cristianos de todo el mundo. Claro sobre todo porque llegó al término de una jornada vivida en el signo de la vuelta a los orígenes de una Iglesia impregnada de la espiritualidad de san Francisco. Una Iglesia que crece por la atracción del testimonio del pueblo de Dios, dijo el Papa, que nada tiene que ver con el proselitismo. Por esto es necesario salir de uno mismo e ir hacia «las verdaderas periferias existenciales», había aclarado poco antes en la catedral. Un discurso válido para todos, hasta para las monjas contemplativas llamadas a ser no tanto, o al menos no sólo orientadas a «una vida ascética, penitente», porque, dijo, «éste no es el camino de una religiosa de clausura católica, ni siquiera cristiana». Jesús debe estar «en el centro de vuestra vida -añadió-, de vuestra penitencia, de vuestra vida comunitaria, de vuestra oración y también de la universalidad de la oración». Las religiosas de clausura «están llamadas -concluyó- a tener gran humanidad, una humanidad como la de la Madre Iglesia».

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