Francisco cumplió la promesa, la que había hecho a los misioneros de Vanimo, en particular a su viejo amigo argentino, el padre Martín Prado, del Instituto del Verbo Encarnado, que lleva diez años en Papúa Nueva Guinea. La promesa era pasar unas horas en esta franja de tierra que mira al océano en la frontera con Indonesia. Ahora, termina con el regreso a Port Moresby, donde el avión militar C-130, puesto a disposición para este traslado interno, aterrizó a las 19.52 hora local (mañana en Italia) tras poco más de dos horas desde el despegue.
La misión de aliento a los que trabajan para llevar el anuncio del Evangelio a la selva remota entre los indígenas, con la llamada a defender la belleza de la creación contra toda forma de acaparamiento externo y de conflicto interétnico, a los que apoyan la educación escolar, a los que viven el estilo comunitario como los primeros discípulos de Jesús, es y seguirá siendo una perla preciosa para el pueblo de Vanimo. Es de noche, el Papa se dirige a la Nunciatura para cenar en privado y descansar.
El programa del lunes
Mañana, 9 de septiembre, el 45º Viaje Apostólico, el más largo hasta ahora para el Papa Bergoglio, habrá superado su primera mitad con el traslado de Papúa Nueva Guinea a Timor Oriental. Cuando caiga la noche en Italia, el Pontífice partirá del aeropuerto Jacksons de Port Moresby (3.40 hora local) para llegar a Dili tras tres horas y media de vuelo. Pero antes de abandonar el país, se habrá reunido con los 20.000 jóvenes que le esperan en el estadio Sir John Guise de Port Moresby, donde pronunciará un discurso. En su primer día en la capital y ciudad más grande de la República Democrática de Timor Oriental, tendrán lugar las citas oficiales habituales, reservadas a la ceremonia de bienvenida ante el palacio presidencial, la visita de cortesía al Presidente y Premio Nobel de la Paz, José Manuel Ramos-Horta, y el encuentro con las autoridades políticas y civiles.
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