el santo padre francisco

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lunes, 8 de julio de 2013

Brasil recupera la calma para recibir a Francisco

No hace falta levantar la vista hacia la estatua del Cristo Redentor, en el morro del Corcovado, para pensar que la Cidade Maravilhosa bien podría ser rebautizada estos días como Cidade Divina. Por donde se camine es fácil toparse con cruces de todos los tamaños y con grandes carteles con fotos de un sonriente Francisco a través de los cuales las iglesias de Río de Janeiro le dan una calurosa bienvenida a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) , que se celebrará aquí entre los próximos días 23 y 28. Sobre la rambla de Copacabana se están levantando las distintas estaciones del Vía Crucis que el Pontífice argentino encabezará, y ya casi está listo el gigantesco escenario desde el cual el Santo Padre dará un discurso de acogida a los más de dos millones de jóvenes que participarían del evento. Los primeros peregrinos de todos los rincones del mundo ya llegaron y exploran la ciudad mientras tienen siempre en mente el lema de esta JMJ: "Id y haced discípulos a todos los pueblos" (Mateo: 28,19). "Después de las agitadas semanas de protestas que tuvimos, es tranquilizador ver a todos estos jóvenes con un mensaje de paz y esperanza. Y estoy segura de que el nuevo papa Francisco, que como latinoamericano conoce muy bien nuestra realidad, sabrá canalizar toda esa energía de forma positiva para Brasil y el mundo", comentó a LA NACION la contadora Renata Scarpa, de 55 años, al salir de misa en la iglesia Nossa Senhora da Paz, en Ipanema. El mes pasado, el Comité Organizador Local de la JMJ siguió con suma atención las masivas manifestaciones que tomaron las calles de todo el país en reclamo de mejores servicios públicos, y contra la corrupción y el despilfarro de recursos públicos en la Copa de Confederaciones, el Mundial de fútbol 2014 y los Juegos de 2016. Pese a que varias marchas terminaron en actos de violencia y saqueos, los organizadores y las autoridades decidieron mantener inalterado el cronograma original del megaevento religioso que dispondrá de unos 20.000 agentes de seguridad (entre policías y militares), y costará unos 150 millones de dólares, financiado en parte por la Iglesia, pero también por los gobiernos federal, estatal y municipal, además de contar con grandes empresas patrocinadoras y donativos de los peregrinos. "Como católico siento mucha alegría de participar, que la JMJ se haga en Río y, particularmente, estoy con mucha expectativa de ver al Papa acá; un Papa hermano y en su primer viaje, justo a América latina. Pero reconozco que en otras personas puede causar malestar que el Estado ayude financieramente a este evento religioso cuando tenemos tantos otros problemas básicos que solucionar y venimos de protestar por el costo de los estadios", dijo el estudiante de arquitectura Sergio Lopes, de 25 años. En el extremo oeste de Río, en Guaratiba, se está preparando el Campus Fidei (Campo de Fe), donde cientos de miles de jóvenes realizarán una vigilia de oración el sábado 27 para presenciar la misa que ofrecerá el Papa allí al día siguiente, también se escuchan otros reclamos. Los habitantes de la favela Río Piraqué se quejan de que la alcaldía invirtió mucho dinero en asfaltar la ruta de acceso al lugar, pero las calles vecinas están hechas un lodazal. "Sólo está haciendo maquillaje para los peregrinos y el Papa; los pobladores no estamos viendo ninguna mejoría", afirmó Eder Pereira de Brito, de 39 años, presidente de la Asociación de Pobladores de Río Piraqué. En el norte de la ciudad, en la favela de Varginha, comunidad que será visitada por el Pontífice el jueves 25, sí se asfaltaron algunas calles y se instalaron nuevos postes de luz, pero los pobladores esperan que los servicios luego se mantengan. Ayer, en tanto, arribaron a la ciudad los dos símbolos de la JMJ que pertenecen al Vaticano, la Cruz Peregrina y un ícono de la Virgen María, y que fueron bendecidos por el arzobispo de Río, Orani João Tempesta. Los símbolos serán paseados por distintos lugares de la ciudad hasta la llegada del Papa, el 22. En el recorrido, además de la Catedral Metropolitana e iglesias, también habrá paradas en sitios turísticos como el morro del Pan de Azúcar y el Cristo Redentor, en hospitales, cárceles, escolas de samba , algunas favelas como Rocinha y el Complexo do Alemão, y hasta en Vila Mimosa, la mayor zona de prostitución carioca. La idea es que estos emblemas de fe y esperanza vayan por todos los lugares donde hay sufrimiento, marginalización y abandono social..

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